Salzburgo, Grosses Festspielhaus, 16/08/2017

Anna Netrebko ha cosechado en Salzburgo algunos de los hitos más notables de su ya larga trayectoria profesional, que ronda ya las dos décadas y media de andadura. Allí se consagró de algún modo ante el panorama internacional hace ahora doce años, con la ya mítica Traviata de Willy Decker junto a Rolando Villazón. Netrebko es hoy una mujer más madura y eso se refleja también en su voz y en su faceta como intérprete. El timbre sigue siendo sumamente reconocible y privilegiado, de un material suntuoso y amplio, bellamente coloreado, cálido y ahora más presente y firme que nunca. La propia intérprete lo sabe y se muestra confiada en su nuevo repertorio, el que desde hace aproximadamente un lustro ocupa su agenda, de la Lady Macbeth de Verdi a la Manon de Puccini pasando por roles ciertamente cómodos para ella como la Tatiana de Onegin. La carrera de Netrebko es un ejemplo de constancia y buen juicio, a pesar de lo que pudiera invitar a pensar su imagen espontánea y a veces un tanto alocada, esa que proyecta en sus redes sociales y que en última instancia no parece sino reflejo de su felicidad, de su realización vital y profesional. Es la imagen, en última instancia, de una seguridad en sí misma que pocos intérpretes pueden permitirse. 

Sirva este preludio para enmarcar el debut de la soprano rusa con la parte de Aida, ahora que se encamina ya hacia los cuarenta y seis años de edad y con un repertorio cada vez más dramático en sus horizontes, como apunta su próximo debut como Tosca en Nueva York o su anunciada Salome. Esta Aida de Salzburgo suponía, de algún modo, una prueba de fuego para sí misma : Aida, con Muti y en Salzburgo, allí donde Mirella Freni se atrevió también con el papel, en 1979 y entonces con Karajan, Carreras y Horne. La Aida de Netrebko es suntuosa y refinada. El privilegiado instrumento de la rusa se pliega a un retrato servil y hasta humillado del personaje. Sin embargo su Aida nunca parece débil, es más vulnerable que sometida. En términos vocales es cierto que a veces escuchamos más a Netrebko que a Aida, pues la naturaleza del material se impone incluso por encima del personaje. Al margen de un grave a veces un tanto rebuscado, sin duda cabe poner en valor la bellísima factura de algunos sonidos en piano, las bellas medias voces que introduce en sus dos escenas principales y sus grandes dúos con Amneris, Amonasro y Radames. Y al mismo tiempo la sobresaliente capacidad para imponerse en los concertantes, sonando con desahogo por encima de coro y orquesta, siendo sin la menor duda la voz más audible de todo el conjunto. Tal y como revelaba en exclusiva a Platea Magazine, en la entrevista con ella que publicaremos próximamente, Netrebko tiene previsto interpretar también este papel en Rusia y en el Metropolitan de Nueva York, al frente allí de una nueva producción en la temporada 2020/2021.

 

La réplica a Netrebko la daba el tenor italiano Francesco Meli en la parte de Radames. Forjado en manos de Muti como voz verdiana, singularmente en los años en que éste fue titular en la Ópera de Roma, Meli es un Radames ejemplar, alguien que entiende a la perfección la doble faceta lírica y heroica del personaje. Su Celeste Aida es contemplativo y poético, ensoñador y nunca vociferante ; quizá decepcione un tanto el final, en una media voz que no es en realidad el morendo prescrito. Es inteligente y hace precisamente la creación que mejor cuadra a sus medios, en una conexión nítida y resuelta con Muti. La voz sonó liberada y amplia en la gran sala de Salzburgo. Meli llega, no obstante, algo cansado al cuarto acto, donde firma frases bellísimas, arriesgando en medias voces donde la voz pareciera estar a punto de quebrarse de tanto en tanto.

Daniela Barcellona, sustituyendo a Ekaterina Semenchuk, llegó a Salzburgo a primera hora de la tarde, tras un largo viaje en coche y con apenas tiempo para incorporarse a la representación, con todo lo que ello implica : ajustar su vestuario, comentar indicaciones con el director, etc. En estas condiciones, aún tiene más valor si cabe su estupenda prestación como Amneris, temperamental y elegante, sumamente digna en su retrato de la hija del rey de Egipto. El enfoque desde una horma belcantista sienta sumamente bien a un papel que a menudo ha caído en manos de voces gruesas y sonoras pero muy poco refinadas, incapaces de resaltar el conflicto interior que vive Amneris, algo en lo que Barcellona brilló con luz propia. Del resto del reparto cabe destacar el estupendo Amonarso de Luca Salsi, otro intérprete forjado en manos de Muti : buen fraseador, voz sonora e impecable estilo verdiano. Su escena del tercer acto con Netrebko y Muti fue uno de los mejores momentos de la noche.

Desde un Macbeth con puesta en escena de Peter Stein, en 2011, Riccardo Muti no había vuelto a pisar el foso del Festival de Salzburgo. Curiosamente, todo el tiempo que Alexander Pereira ‑ahora intendente en la Scala de Milán- estuvo al frente de este festival salzburgués. Ha sido la nueva dirección artística encabezada por Markus Hinterhäuser la que ha tenido a bien subsanar esta dilatada ausencia, haciendo del regreso del Muti a Salzburgo una de las  citas más esperadas de la presente edición. Les confieso que fue sumamente emocionante poder escuchar en directo esta partitura en manos de Muti, con lo que significó para mis inicios en la ópera su grabación para EMI de 1974, con Caballé y Domingo.

Lo cierto es que Riccardo Muti firma una versión de referencia, como se esperaba de él, muy por encima de sus prestaciones sinfónicas apenas un día antes. Calculado, firme, con momentos de auténtica belleza ‑quizá también calculados, pero auténticos- lo cierto es que sujeta la función con una autoridad sobresaliente, imprimiendo confianza y seguridad al conjunto de cantantes. El segundo acto es de manual y la representación va in crescendo, con un tercer acto sumamente teatral y un cuarto acto de refinada belleza. Además de las partes más marcadas y marciales, la Aida de Muti en Salzburgo es poética, sumamente lírica, con gran relato interior y aligerada de un grosor innecesario, sacando un partido extraordinario a las cuerdas y maderas de la Filarmónica de Viena, entregada en cuerpo y alma a una creación sobresaliente. Se han criticado los tiempos lentos y excesivamente dilatados de Muti, algo que no comparto en modo alguno. Su Aida no es blanda ni lenta ; es lírica, narrativa y menos sinfónica, más camerística por momentos.La nueva producción firmada por la artista iraní Shirin Neshat es meramente decorativa. No hay idea teatral alguna que respalde la acción sobre las tablas, más allá de unas proyecciones con imágenes de refugiados que parecen buscar un nexo entre el libreto original y la realidad contemporánea de tantas zonas en conflicto. Pero la tentativa es tan mínima, casi tímida, que no cuaja en absoluto como propuesta dramática. No hay, en suma, mucho más que una escenografía de paredes blancas y una iluminación bastante minimalista. Y es una lástima, porque Neshat se ha distinguido en su producción artística por una capacidad ciertamente resuelta a la hora de denunciar en imágenes la condición de la mujer en buena parte de las sociedades orientales. Con ese precedente, cabía esperar mucho más de su primera incursión operística.

Giuseppe Verdi (1813–1901)

Aida
Opera in quattro atti(1870/71)
Libretto d'Antonio Ghislanzoni tratto da Auguste Mariette

Nuova produzione

Riccardo Muti, maestro concertatore e direttore d'orchestra
Shirin Neshat, regia
Christian Schmidt, scene
Tatyana van Walsum, costumi
Reinhard Traub, luci
Martin Gschlacht, video
Thomas Wilhelm, coreografia
Bettina Auer, dramaturgia

Roberto Tagliavini, Il re
Daniela Barcellona, Amneris
Anne Netrebko, Aida
Francesco Meli, Radamès
Dmitry Belosselskyi, Ramfis
Luca Salsi, Amonasro
Bror Magnus Tødenes, Un messaggero
Benedetta Torre, Grande sacerdotessa

Konzertvereinigung Wiener Staatsopernchor
Ernst Raffelsberger, Maestro del coro
Wiener Philharmoniker
Angelika-Prokopp-Sommerakademie der Wiener Philharmoniker, musica di scena

Festival di Salisburgo, Grosses Festspielhaus, 16 agosto 2017

Per permettere al lettore di essere perfettamente informato, il nostro amico Alejandro Martinez caporedattore di Platea Magazine (Madrid) mette a nostra disposizione la sua recensione dell'Aida con Anna Netrebko, il lettore potrà anche accedere all'originale spagnolo cliccando sulla bandiera spagnola in alto a destra.
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Anna Netrebko ha offerto a Salisburgo le tappe più notevoli della sua già lunga traiettoria professionale, che copre pressappoco due decenni e mezzo. La sua carriera internazionale è davvero cominciata con La Traviata mitica di Willy Decker con Rolando Villazon . Netrebko è oggi una donna più matura, il che si vede nel suo canto, così come nel suo modo di interpretare i ruoli. Il timbro continua di essere riconoscibile tra tutti, la voce sontuosa e ampia, magnificamente colorata, più presente e affermata che mai. L’interprete stessa lo sa, che si è aperta da cinque anni circa a ruoli quali la Lady Macbeth di Verdi, la Manon Lescaut di Puccini, passando da parti più confortevoli per lei come la Tatiana dell’Oneghin di Ciaikovskij. La carriera di Netrebko è un esempio di costanza e di buon giudizio, malgrado l’immagine di spontaneità un po’ leggera che fa vedere nei social networks, che non pare di essere in ultima istanza, ma che riflette la sua felicità et la sua realizzazione privata e professionale.
Infine, è l’immagine di una fiducia in sé che pochi interpreti possono permettersi.

 Tradotto in italiano da Guy Cherqui

Questo preludio per segnare il debutto del soprano russo nella parte di Aida. Avrà prossimamente quarantasei anni con un repertorio sempre più drammatico all’orizzonte, a prova il debutto come Tosca a New York o una prossima Salome’. Quest’Aida salisburghese con Muti in buca costituisce in qualche modo una sfida decisiva per lei stessa, laddove Mirella Freni s’avventurava nel ruolo nel 1979 con Karajan, Carreras e Horne.
L’Aida di Netrebko è sontuosa e raffinata. Lo strumento eccezionale del soprano russo si piega a un profilo servile, anche umiliato del personaggio. Ma questa Aida non sembra mai debole, e più vulnerabile che sottomessa.  Dal punto di vista vocale, è certo che sentiamo di più Netrebko che Aida perché la natura del materiale vocale s’impone anche al personaggio. A parte qualche grave in agguato, dobbiamo sottolineare piani di bellissima fattura e centri suntuosi nelle sue due scene e nei duetti con Amneris, Amonasro e Radamès. Allo stesso tempo, la sua superiore capacità ad imporsi nei concertati cantando con disinvoltura sopra coro e orchestra ne fa la voce la più identificabile nell’insieme delle voci. Come lo ha confidato in esclusiva a Platea Magazine in un’intervista che verrà prossimamente pubblicata, deve cantare il ruolo in Russia e in una nuova produzione del MET di New York nel 2020/21.

Di fronte a Netrebko, c’era Francesco Meli, nella parte di Radamès, formato dalle mani di Muti come voce verdiana quando Muti stava in carica a Roma. Meli è un Radamès esemplare, perché capisce perfettamente la doppia natura lirica e eroica della parte. La sua aria, Celeste Aida è contemplativa e poetica, sognante, trattenendo sempre la voce ; con alla fine forse una piccola delusione perché la mezza voce non dà il morendo che è scritto. Con intelligenza canta la parte nel momento esatto che quadra con i suoi mezzi, in diretto legame con la direzione chiara di Muti. La voce suona liberata e ampia, nella grande sala del Festspielhaus di Salisburgo. Ciò nonostante, Meli arriva un po’ stanco nel quarto atto, dove però dà momenti bellissimi, ma dove anche certe mezze voci sono ogni tanto sull’orlo della rottura.

Daniela Barcellona sostituiva l’ammalata Ekaterina Sementchuk. Arrivata all’inizio del pomeriggio dopo un lungo viaggio in macchina, con pochissimo tempo per inserirsi nella produzione e tutto quello che implica : provare i costumi, discutere le indicazioni di regia…etc. In queste condizioni, la sua prestazione stupenda come Amneris prende quanto più valore, con il suo temperamento e la sua eleganza, ritratto della figlia del Re di grandissima dignità. L’approccio belcantista si sente molto bene per un ruolo che spesso è caduto nelle mani di voci grosse e sonore, ma poco raffinate e incapaci di evidenziare il conflitto interiore che vive Amneris, qualcosa in cui Barcellona ha brillato con la propria luce.

Del resto del cast, è da sottolineare il grande Amonasro di Luca Salsi, altro interprete formato nelle mani di Muti, bel fraseggio, voce sonora e stile verdiano impeccabile. Il suo terzo atto con Netrebko e Muti è uno dei momenti migliori della serata.

Da un Macbeth con regia di Peter Stein nel 2011, Riccardo Muti non è tornato a dirigere nella buca del Festival di Salisburgo. Curiosamente, tutto il tempo che Alexander Pereira (Tutt’ora sovrintendente del Teatro alla Scala) ha passato a capo del Festival di Salisburgo. E’stata la nuova direzione artistica di Markus Hinterhäuser che ha tenuto a porre fine a questa lunga assenza, facendo della presenza di Muti uno degli eventi più attesi di quest’edizione. Confesso che fu particolarmente commovente poter ascoltare “in diretta” questa partitura sotto la bacchetta di Muti, per quello che rappresenta per i miei inizi nell’opera la sua incisione EMI di Aida nel 1974 con Caballé e Domingo.
È sicuro che Riccardo Muti firma una versione di riferimento, come si poteva aspettare, molto al di sopra della sua prestazione sinfonica un giorno prima.
Tutto calcolo, fermo, con momenti di autentica bellezza, anche se calcolati, però autentici, è certo che domina la rappresentazione con una straordinaria autorità, dando fiducia e sicurezza a tutta la compagnia di canto. Il secondo atto è da manuale, e la rappresentazione va crescendo, con un terzo atto incredibilmente teatrale e un quarto atto di raffinata bellezza. A parte i momenti più marcati e marziali, l’Aida di Muti a Salisburgo è poetica, favolosamente lirica, con una grande concentrazione interiore, alleggerita di ogni spessore inutile, traendo vantaggio straordinario dagli archi e fiati dei Wiener Philharmoniker, dedicata corpo e anima a questa esecuzione eccezionale. Sono stati criticati i suoi tempi lenti e fin troppo dilatati, quello che non condivido in nessun modo. Sua Aida non è né morbida né lenta : è lirica, narrativa, meno sinfonica e più cameristica.
La nuova produzione firmata dall’artista iraniana Shirin Neshat è semplicemente decorativa. Non esiste un’idea teatrale che sostenga l’azione sul palcoscenico, oltre le proiezioni di immagini di rifugiati, che sembrano cercare una connessione tra il libretto originale e la realtà contemporanea di tante zone in conflitto. Però il tentativo è così minimo, così timido, che non quadra in assoluto come proposta drammatica. Insomma non c’è altro che una scenografia con pareti bianche e luci minimaliste assai. Una vera miseria, perché la produzione artistica di Shirin Neshat si distingue par la sua determinazione a denunciare la condizione della donna in molte società orientali. Con tale precedente, si sarebbe potuto aspettare molto di più della sua prima incursione nella lirica.

Alejandro Martinezhttp://www.plateamagazine.com
Alejandro Martínez (Zaragoza, 1986). Licenciado en Historia y Master en Filosofía por la Universidad de Zaragoza, es director y fundador de la revista española Platea Magazine. Además es el Presidente de la Asociación Aragonesa de la Ópera desde hace nueve años. En 2016 publicó la primera biografía sobre la soprano española Pilar Lorengar, junto a su colega Sergio Castillo. Juntos trabajan ahora en una nueva biografía sobre el tenor español Miguel Fleta, en ocasión del 80 aniversario de su muerte.

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