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Plier Lorengar (Donna Anna)

Pilar Lorengar, una aragonesa de Berlín.

En el XX aniversario de su fallecimiento (Zaragoza, 1928 – Berlín, 1996).

 

Por Alejandro Martínez

* Alejandro Martínez es director de la revista Platea Magazine y es autor asimismo, junto a Sergio Castillo, de la primera biografía dedicada a la soprano aragonesa : Pilar Lorengar. Una aragonesa de Berlín (Zaragoza, Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2016).

Cuando Pilar Lorengar anunció su retirada de los escenarios en 1991, al recibir el Premio Príncipe de Asturias en Oviedo, dijo querer hacerlo en plenas facultades para demostrar que no arrastraba aún el más mínimo declive vocal. Pocos cantantes consiguen de hecho retirarse con su valía intacta. No en vano apenas un año antes había pisado por última vez el escenario de la Deutsche Oper de Berlín, su hogar durante más de treinta años. Y lo hizo con una memorable representación de Tosca, bajo la batuta de Jesús López Cobos, a quien pidió que guardase el secreto de su retirada. El público no supo hasta el final de la noche que esa era la última función de Lorengar en escena, ovacionada por su público berlinés, que veía en ella a una suerte de mito local.

 

De orígenes humildes, Pilar Lorenza García Seta (adoptaría mucho más tarde el nombre artístico de Pilar Lorengar) no tuvo ocasión de recibir clases en ningún conservatorio. Nunca estudió de hecho en el Conservatorio del Liceo de Barcelona, como se ha repetido insistentemente ; y tampoco ganó un concurso allí años después. Su aproximación al canto fue familiar y cotidiana, comenzando a través del coro en el colegio de monjas donde estudió. Sus primeras actuaciones tuvieron lugar en la radio local, siendo aún una niña ; y más tarde en los café-concierto de la ciudad, donde interpretaba canción ligera (boleros, rumbas…). Actuaba entonces bajo el nombre de “Loren-Garcy”, como se comprueba en unas simpáticas postales de recuerdo con su retrato que dedicaba a sus admiradores. Ya encantadora entonces, su simpatía y su bella figura le procuraron pronto el favor de los escenarios, si bien fue su voz la que le abrió las puertas de Madrid, donde iba a cosechar y conocer el éxito con mayúsculas. Conoció allí a Ángeles Ottein, quien sería su maestra de canto, quien verdaderamente forjaría su instrumento y su técnica.

 

Todo cambió para Lorengar la noche del 16 de noviembre de 1951, en el Teatro Albéniz de Madrid Aquel día, por afortunados azares de la vida, se vio reemplazando a la cantante titular, asumiendo ella el estreno de El canastillo de fresas, obra póstuma del compositor Jacinto Guerrero, fallecido meses atrás. El éxito para Lorengar fue algo sin parangón : se vio obligada a repetir su romanza hasta en tres ocasiones. En el Madrid de los años cincuenta Lorengar fue poco más o menos una celebrity, codeándose con las personalidades culturales y políticas de su tiempo y actuando en recepciones y actos oficiales. Protagonizó incluso reportajes fotográficos en revistas de sociedad, anuncios publicitarios para firmas de moda y cosmética, etc. Por aquellos años intercalaba sus primeras actuaciones operasticas (Orán, Málaga, Sevilla…) con extensas giras de recitales por toda España, con variados programas que incluían piezas de Vivaldi, Mahler, Wolf, Guridi o Falla. En aquel tiempo tuvo la fortuna también de grabar un extenso catálogo de títulos de zarzuela, buena parte de ellos bajo la batuta de Ataulfo Argenta, el prometedor maestro español, temprana y tristemente fallecido en 1958. En aquel tiempo Lorengar tuvo también un breve aunque intenso contacto con el cine, grabando dos películas de escaso éxito : Último día y Las últimas banderas.

 

Apenas cuatro años después su trayectoria daba un vuelco, traspasando las fronteras de España. El debut en el Festival de Aix-en-Provence, como Cherubino en Le nozze di Figaro, le valió un aplauso unánime. Ese mismo año se abrían para ella las puertas de La Monnaie de Bruselas y la Royal Opera House de Londres, donde cantó nada menos que siete funciones de La traviata en inglés. En el verano de 1956 Lorengar llegó también a Glyndebourne, donde se produjo un encuentro fundamental para ella, conociendo a Carl Ebert, responsable artístico del festival y a su vez intendente de la Städtische Oper de Berlín, que más tarde sería renombrada como Deutsche Oper. Carl Ebert quedó fascinado por Lorengar, por la combinación de su voz, su presencia escénica y su simpatía personal. No en vano le propuso un primer contrato en Berlín al año siguiente, en 1957. Fue así como Lorengar debutó en la capital alemana, con una versión escenificada de Carmina Burana. Estaba previsto que debutase cantando la Condesa de Le nozze di Figaro pero sus dificultades con el idioma obligaron a posponer el proyecto, debutando pues con la mencionaba obra de Carl Orff, cuyo texto es en latín.

Berlín fue desde entonces el hogar de la soprano aragonesa ; allí de hecho conoció a su esposo, el odontólogo Jürgen Schaff. La Deutsche Oper apostó por su arte sin denuedo, confiándole compromisos cada vez más importantes : participó, por ejemplo, en el Don Giovanni que, bajo la batuta de Ferenc Fricsay, inauguró la nueva y actual sede del teatro, al lado de grandes como Dietrich Fischer-Dieskau, Elisabeth Grümmer o Josef Greindl. En 1969 Lorin Maazel convenció a Lorengar para acometer su debut como Tosca, un papel que paseó más tarde por medio mundo. Precisamente con Maazel, director musical de la Deutsche Oper por entonces, grabó una de sus más afortunadas incursiones discográficas, una memorable Traviata de 1968, al lado de Jaume Aragall y Dietrich Fischer-Dieskau. Durante más de treinta años, entre 1957 y 1991, Lorengar fue la prima donna de la Deutsche Oper de Berlín. En 1987 protagonizó allí el estreno de su última nueva producción, con Les Huguenots de Meyerbeer, título que precisamente ahora se recupera en el teatro berlinés. Tras su citada despedida en 1991, con su última Tosca, el público berlinés le tributó tan emocionada ovación que a los pocos días se vio obligada a ofrecer un concierto de despedida, dadas las incontables muestras de cariño y aprecio que había recibido por parte de su público, ese que se refería a ella como “unsere Pilar”. Lorengar fue honrada en 1963 con el título de Kammersängerin de la Deutsche Oper y en 1984 recibió asimismo el título de Miembro de Honor (Enhrenmitglied) de esta institución, al cumplirse 25 años de vinculación estable con el teatro. Su busto es el único dedicado a una mujer de los que se pueden contemplar hoy en día en el edificio de la Deutsche Oper.

Pero la trayectoria internacional de Lorengar no se quedó en Berlín, ni mucho menos. Durante casi veinte años cantó de forma regular en el Metropolitan de Nueva York, donde es de hecho la cantante española que más ha actuado, por detrás por supuesto del incombustible Plácido Domingo. También actuó con regularidad en la Ópera de San Francisco. Con menos continuidad se presentó también en Buenos Aires, Salzburgo, París, Tel-Aviv, Milán, Viena, Los Ángeles, Chicago, Houston, Sidney o Lyon, donde llevó a cabo su último debut como Maddalena di Coigny en Andrea Chénier, en junio de 1989.

De Mozart a Puccini pasando por Verdi, Gounod, Weber, Bizet, Janacek o Tchaikovsky, su repertorio fue amplio aunque medido, siendo junto con Victoria de los Ángeles ‑a quien por cierto admiró siempre- una de las pocas solistas españolas que ha llegado a interpretar papeles de Wagner. Lorengar audicionó incluso para Bayreuth, pero no cuajaron los planes previstos para que interpretara a Elisabeth y a Venus en la misma producción de Tannhäuser. Si hubiera que quedarse con unos pocos papeles, sin duda dejo huella con su Elsa (Lohengrin), su Cio-Cio-San (Madama Butterfly), su Elisabetta (Don Carlo) y con varios de sus roles mozartianos, singularmente Pamina (Die Zauberflöte), la Condesa (Le nozze di Figaro) y Fiordiligi (Così fan tutte). Naturalidad expresiva, intachable dominio técnico y un carisma a flor de piel hicieron de su arte un compendio evidente.

Las cenizas de Pilar Lorengar fueron arrojadas al Mar Báltico, donde a menudo había buscado el merecido descanso. Trabajadora infatigable, mujer sencilla y modesta, hizo de su vida un ejemplo personal y profesional. Todavía hoy el público berlinés se acuerda de ella, como queda patente en conversaciones con los más antiguos melómanos del lugar. Su Zaragoza natal ha hecho un esfuerzo por acordarse de ella en el XX aniversario de su fallecimiento, dedicando a su memoria una exposición monográfica, una gran gala lírica y editando su primera biografía. ¡Viva Lorengar !

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La Condesa (Le Nozze di Figaro) al lado de Teresa Berganza (Cherubino) y Mirella Freni (Susanna)

Pilar Lorengar, une aragonaise à Berlin
A l'occasion du 20ème anniversaire de sa mort

Par Alejandro Martínez

* Alejandro Martínez est directeur de la revue  Platea Magazine et l'auteur, avec Sergio Castillo, de la première biographie dédiée à la soprano (NdT :  Pilar Lorengar. Una aragonesa de Berlin, Saragosse, Presses de l'université de Saragosse, 2016).

Traduit de l'espagnol par Guy Cherqui

Pilar Lorengar, mal connue en France aujourd'hui, fut sans nul doute l'une des chanteuses les plus constantes et notables de sa génération et l'une des reines incontestables de la scène berlinoise. Alejandro Martinez nous en rappelle opportunément la carrière, à l'occasion de l'anniversaire de sa disparition, il y a vingt ans.

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Pilar Lorengar en Donna Anna

Quand Pilar Lorengar annonça son retrait des scènes en 1996, à la cérémonie de remise du Prix Prince des Asturies à Oviedo, elle déclara vouloir le faire en pleine possession de ses moyens, pour montrer qu’elle ne souffrait d’aucun déclin vocal. Non sans surprise un an plus tôt elle avait foulé pour la dernière fois le plateau de la Deutsche Oper de Berlin, sa maison pendant plus de trente ans. Elle le fit avec une mémorable représentation de Tosca sous la direction de Jesús López Cobos, à qui elle avait prié de garder le secret de son retrait. Le public ne sut pas jusqu’à la fin de la soirée que c’était là la dernière représentation de Lorengar, ovationnée par le public berlinois qui voyait en elle une sorte de mythe berlinois.

D’origine modeste, Pilar Lorenza García Seta (elle adopta bien plus tard le pseudonyme de Pilar Lorengar) n’eut pas l’occasion d’être formée dans aucun conservatoire. Elle n’étudia jamais en effet au conservatoire du Liceo de Barcelone, comme on l’a répété avec insistance, pas plus qu’elle ne gagna un concours quelques années après. Son approche du chant fut familiale et quotidienne, commençant à chanter dans le chœur du couvent où elle fit ses études. Ses premières apparitions eurent lieu à la radio locale, alors qu’elle était encore une petite fille ; plus tard dans les café-concert de la ville où elle chantait des chansons légères (boléros, rumbas).

loren-garcyElle avait pris alors le nom de « Loren-Garcy », comme on le voit dans de sympathiques cartes postales-souvenirs avec son portrait qu’elle distribuait à ses admirateurs. Belle, sa sympathie et sa jolie silhouette lui procurèrent bientôt la faveur des scènes, même si ce fut sa voix qui lui ouvrit les portes de Madrid, où elle rencontra le succès avec S majuscule. Elle y fit la connaissance d’Angeles Ottein, qui serait devenue son professeur de chant, avec qui elle forgea vraiment son instrument et sa technique.

Tout changea pour Lorengar le soir du 16 novembre 1951, au Théâtre Albeniz de Madrid. Ce jour-là, par un de ces heureux hasards de la vie, elle eut à remplacer la chanteuse titulaire en assumant la représentation de El canastillo de fresas (le panier de fraises), œuvre posthume di compositeur Jacinto Guerrero, mort quelques mois auparavant. Son succès fut incomparable : elle se vit contrainte de bisser son air à trois reprises. Et dans la Madrid des années cinquante, Lorengar fut plus ou moins une célébrité, côtoyant les personnalités culturelles et politiques du temps, dans des réceptions ou des moments officiels. Elle joua même dans des romans photos dans des magazines, dans des publicités pour des marques de mode ou de cosmétiques. Pendant ces années, elle alternait ses premières expériences lyriques (Orán, Málaga, Séville…) avec de grandes tournées de récitals dans toute l’Espagne avec différents programmes incluant des pièces de Vivaldi, Mahler, Wolf, Guridi ou Falla.

À cette époque elle eut aussi la chance d'enregistrer un vaste catalogue de zarzuelas, la plupart d'entre elles sous la direction de Ataulfo Argenta, maestro espagnol prometteur, malheureusement décédé précocément en 1958. A cette époque Lorengar a également eu un bref mais intense contact avec le cinéma, avec le tournage de deux films qui eurent peu de succès : Último día (dernier jour) y Las últimas banderas (les derniers drapeaux).

À peine quatre ans après sa carrière prend un tournant, en passant les frontières de l’Espagne. Ses débuts au Festival d’Aix-en-Provence en Cherubino des Nozze di Figaro lui valut un succès unanime. La même année s’ouvrirent pour elle les portes de La Monnaie de Bruxelles, et celle de la Royal Opera House de Londres, où elle ne chanta rien moins que sept représentations de La Traviata en anglais. L’été 1956, Lorengar apparut aussi à Glyndebourne, où se produisit une rencontre fondamentale pour elle : elle y connut Carl Ebert, responsable artistique du Festival et aussi intendant de la Städtische Oper de Berlin, qui sera rebaptisée plus tard Deutsche Oper. Carl Ebert resta fasciné par Lorengar, par la combinaison de sa voix, de sa présence scénique et de la sympathie qu’elle diffusait. Il lui proposa donc un premier contrat à Berlin l’année suivante, en 1957. Ce fut ainsi que Lorengar débuta dans la capitale allemande, dans une version scénique de Carmina Burana. Il était prévu qu’elle débutât dans la Contessa des Nozze di Figaro, mais ses difficultés en allemand obligèrent à surseoir au projet, alors elle débuta dans l’œuvre de Carl Orff, dont le texte est en latin.
Depuis lors Berlin devint la maison de la soprano aragonaise : de fait elle y rencontra son époux, le dentiste Jürgen Schaff. La Deutsche Oper a de confiance parié sur son art en lui proposant des rôles chaque fois plus importants : elle participa, par exemple, au Don Giovanni qui sous la direction de Ferenc Fricsay inaugura le nouveau siège du théâtre (toujours actuel) aux côtés de grands comme Dietrich Fischer-Dieskau, Elisabeth Grümmer, ou Josef Greindl. En 1969, Lorin Maazel convainquit Lorengar de se lancer dans Tosca, un rôle qu’elle promena plus tard dans le monde entier. Justement, avec Maazel, alors directeur musical de la Deutsche Oper, elle grava l’un de ses enregistrements les plus heureux, une mémorable Traviata de 1968, aux côtés de Jaume Aragall et Dietrich Fischer-Dieskau. Durant plus de trente ans, entre 1957 et 1991, Lorengar fut la prima donna de la Deutsche Oper. En 1987, elle fit ses débuts dans la dernière nouvelle production de sa carrière, Les Huguenots de Meyerbeer, que justement le théâtre berlinois propose en ce moment. Après ses adieux en 1991 cités plus haut, le public berlinois la gratifia d’une ovation tellement émue qu’elle se vit contrainte d’offrir peu après un concert d’adieux, au vu des indicibles preuves d’affection et d’estime qu’elle reçut de son public, qui se référait elle comme « Unsere Pilar » (NdT : notre Pilar). Lorengar fut honorée en 1963 du titre de Kammersängerin de la Deutsche Oper , de même qu’elle reçut en 1984 celui de Membre d’honneur de l’institution, pour les 25 ans de collaboration continue avec le théâtre. Son buste est l’unique dédié à une femme parmi ceux qu’on peut contempler dans les salles de la Deutsche Oper. Mais le parcours international de Lorengar ne se limite pas à Berlin, loin s’en faut. Elle chanta pendant vingt ans régulièrement au Metropolitan Opera de New York, où de fait elle est l’artiste espagnole qui y a plus chanté, derrière l’increvable Placido Domingo, évidemment. Elle apparut aussi régulièrement à San Francisco. De manière moins continue on la vit aussi à Buenos Aires, Salzbourg, Paris, Tel Aviv, Milan, Vienne, Los Angeles, Chicago, Houston, Sydney ou Lyon, où elle débuta dans sa dernière prise de rôle, Madeleine de Coigny d’André Chénier, en juin 1989.

De Mozart à Puccini, en passant par Verdi, Gounod, Weber, Bizet, Janáček ou Tchaikovski, son répertoire fut vaste mais aussi mesuré, étant avec Victoria de Los Angeles, qu’elle a toujours admirée, une des rares solistes espagnoles qui soient arrivées à interpréter des rôles wagnériens. Lorengar a auditionné pour Bayreuth, mais on ne réussit pas à réaliser les plans prévus pour qu’elle puisse y interpréter Elisabeth et Vénus dans la même production de Tannhäuser.
S’il devait rester de sa carrière certains rôles, sans doute serait-ce sa Elsa (Lohengrin), sa Cio-Cio-San (Madama Butterfly), son Elisabetta (Don Carlo) et les différents rôles mozartiens en particulier Pamina (Die Zauberflöte), la Contessa (Le nozze di Figaro) et Fiordiligi (Così fan tutte). Naturel expressif, impressionnante maîtrise technique et charisme à fleur de peau résument son art de manière évidente.

Les cendres de Pilar Lorengar furent dispersées dans la Baltique où elle avait souvent été trouver un repos bien mérité. Travailleuse infatigable, femme sensible et modeste, elle fit de sa vie un exemple personnel et professionnel. Et le public berlinois se souvient encore d’elle, comme en témoignent des conversations avec les plus anciens mélomanes locaux. Saragosse, sa ville natale, s’est efforcée de se souvenir d’elle en ce 20ème anniversaire de sa mort en lui dédiant une exposition monographique, un grand gala lyrique et en publiant sa première biographie. Vive Lorengar !

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La Contessa dans "Le Nozze di Figaro" aux côtés de Teresa Berganza (Cherubino) et Mirella Freni (Susanna)

 

Alejandro Martinezhttp://www.plateamagazine.com
Alejandro Martínez (Saragosse, 1986). Diplômé en histoire et titulaire d'un Master de Philosophie de l'Université de Saragosse, il est le fondateur et directeur de la revue madrilène Platea Magazine. Au 1er janvier 2018, il prendra ses fonctions de président de l'association aragonaise pour l'Opéra. En 2016 il a publié avec Sergio Castillo, la première biographie dédiée à la soprano (NdT : aragonaise)Pilar Lorengar. Una aragonesa de Berlín (Saragosse, Presses de l'université de Saragosse, 2016). Ils travaillent tous deux actuellement à une biographie du ténor espagnol Miguel Fleta, pour les 80 ans de sa mort.

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